miércoles, 7 de mayo de 2008

Mayo 7

Hoy estuve meditando sobre los años, quizás, porque una clienta que estuvo en la tienda buscando un regalo para el día de las madres, me hizo reflexionar. Cuando le pregunté si su madre era una mujer joven, me dijo que no, que ya era una vieja, pero se creía joven. "Eso es bueno" le contesté, " y que edad tiene" le pregunté con la intención de sugerirle algo adecuado. "Ella va a cumplir 52 años", me contestó la joven con espléndida sonrisa. "!Alabao!", pensé yo para mis adentros, "Si ya soy un viejo" seguí pensando. Pues un año de más no hacia la diferencia.

Entonces viajé en el tiempo, y disculpé a la joven, pues también yo treinta años atrás veía a mis padres de igual modo, aunque ellos, como yo hoy, se sintieran muy jovenes(y aún se sienten).
La juventud plena es un divino tesoro, no da espacio para pensar en el tiempo, porque el tiempo falta para trepar los sueños. Es una energía mística rodeada de erótismo y fantasía, donde la piel sonroja con el contacto del viento y la lozanía efímera se considera eterna.

Cuando la joven se fué. Entré al baño y me miré al espejo.

1 comentario:

mercedes saenz dijo...

Querido Pedro, gracias por tus palabras. Acá ando caminando por tus veredas. Parece primero una buena reflexión sobre el tiempo y cómo se lo mide según las épocas, Después se convierte en un relato, en un cuento. Me gustó mucho. Será que yo amo la vida, a pesar de lo que duele y me encanta cumplir años. Me parece un privilegio decir "un año más". Me gstó mucho tu vereda. Un abrazo. Merci